Hitler quiso ser un artista. A los dieciocho años pidió por adelantado su herencia, setecientas coronas, y se mudó a Viena para vivir y estudiar. Se inscribió en la Academia de Bellas Artes y más tarde en la Escuela de Arquitectura. ¿Alguna vez has visto alguna de sus pinturas? Yo tampoco. Puedes decir que exagero, pero lo diré de cualquier manera: fue más fácil para Hitler iniciar la Segunda Guerra Mundial que enfrentar un lienzo en blanco.
Steven Pressfield, The War of Art