Pero la calidez de su tono, lo informativo de sus textos, su frescura al escribir y su energía para participar en muchos proyectos, me hicieron imaginarle, antes de conocerle, como un jovial treintañero perpetuo.
Y cuando le conocí en persona, lo comprobé: Antonio es, en efecto, un jovial treintañero perpetuo. He observado además que aquél ademán de concentración de su antigua foto representa su realidad. En la proximidad de estas actividades creativas que le apasionan, alcanza en pocos segundos estados de conciencia acrecentada, similares al satori de los monjes zen.
Por si algo le faltara como bloguer ejemplar, Antonio tiene una habilidad endiablada para crear ese tipo de posts que te hacen pensar “¿cómo no se me había ocurrido escribir acerca de esto?”.
En descargo a tanto elogio que ha recibido Antonio Cambronero en este aniversario 10 de su blog, debo reprocharle su resistencia a subirse a un avión para venir a México a visitarme. Públicamente lo exhibo y le reclamo, y espero que, ante la presión mundial, muy pronto venza esa resistencia.
Decía José Luis Orihuela que quien no le deba un favor a Antonio Cambronero que tire la primera piedra. Yo debo decir que no le debo uno sino al menos unas cuantas decenas de favores.
Quisiera decir también que le debo algo de inspiración pero no creo reflejarlo lo suficiente. No soy ni con mucho tan constante y creativo.
Eso sí, puedo afirmar que Antonio me motiva con su creatividad, su tenacidad y su constancia, Y tal vez, algún día podré llegar a tener esa sonrisa del buda que oculta su mano y que le produce la concentración, el satori: la sonrisa oculta del bloguer.